Esa imagen del ojo a punto de ser rajado por la cuchilla la había visto en muchos sitios web y hasta en fotos de portada de perfiles de Facebook, pero nunca tuve la idea que era de una obra cinematográfica tan magna y tan desesperante. 

 

Las sensaciones fueron de asco, desespero, brutalidad, excitación sexual y excitación emocional. Al no tener nada que ver en ningún momento y ser tan surrealista me dio la oportunidad de digerir cada escena a mi manera. Resalto mucho la escenografía, los efectos, los sonidos y la idea de llevar una historia que no tiene sentido pero que uno como espectador se la puede dar. 

No quiero ni imaginar cómo reaccionaron las personas de los años cuarenta al ver esto en los cines y sentirse tan sensibles, porque si yo lo estuve, ellos también lo estuvieron en un porcentaje mayor.

 

Un Perro Andaluz me hizo dilatar pupilas y quise que fuera más larga porque esta vez lo que hizo fue entretenerme y para eso es que yo veo cine.